martes, 24 de mayo de 2011

Capítulo 24 Álvaro


El palacio de Álvaro estaba realmente desangelado, falto de los ornamentos usuales en los recintos palaciegos, eso sí, se hallaba limpio y ordenado.

Contaba con un sobrado contingente de sirvientes lo cual hacía una idea de su elevado cargo al servicio del emperador.

Ahora nos hallábamos en un gran salón, lujosamente ornamentado, de lo cual se deducía que ésta era una de sus estancias favoritas, nos sentamos a la mesa y nos sirvieron un refrigerio, el mes de junio estaba avanzado y hacía calor. Ya acomodados nuestro anfitrión se dirigió a nosotros:

-Espero sea de vuestro agrado éste mi hogar. Mis sirvientes han comenzado a adecentar los aposentos, perdonadme la indiscreción fruto de vuestras miradas ¿Compartiréis alcoba vos y Roxane?

-No hay indiscreción mi querido compatriota, Roxane y yo no ocultamos nada.

-En dicha es, odio las parejas paseando en furtivo por las noches, asemejan las conjuras e intrigas de la corte.

-¿Y yo? ¿Dormiré sólo? Este palacio me asusta, es muy grande.

-No os preocupéis jovencito, yo compartiré mi cuarto con vos.

-Os quiero mucho Merlín, sois muy bueno conmigo, con vos no tendré miedo.

-Perfecto, podéis acomodaros bajo mi techo como si fuera el vuestro y si lo deseáis amigo Merlín, mañana nos dirigiremos al local del mercader del que os hablé.

-Bien sabe Dios cuanto os agradecemos vuestra hospitalidad y el encontrar un joyero de fiar en una ciudad desconocida es poco menos que imposible.

-Sois un milagro obrado del creador amigo Álvaro, también mi padre sabía elegir sus amigos como vos.

-Vuestro padre no sólo mercaba la ruta de las indias, también prestó logística al emperador, es por eso que los piratas se cebaban con él.

-Le llevaron al borde de la ruina, es por eso que me desposé con aquel ser despreciable, por eso y porque ignoraba su naturaleza.

-Ignoraba la situación de vuestro padre, de solicitármelo yo mismo le hubiese ayudado.

-Mi padre tenía muchos amigos como vos, pero jamás quiso ser carga para ninguno de ellos.

-Para mí no hubiese sido carga, pago más bien en todo caso, no os podéis imaginar cuanto le debo, hasta la vida misma, las naves suyas salvaron mi galera del ataque del fiero turco.

-Sabía de las bondades de mi padre y es por eso que me siento tan orgullosa de él, justo será ver preso a quien le traicionó, mas os ruego no le den muerte, puesto que ésta solo generará más mal. Preso y encadenado tendrá toda una vida para purgar su culpa.

-Tal y como os he dicho me personaré para comprobar que paga su felonía, podéis acompañarme si gustáis, allí podríais retomar vuestra vida.

-Me temo que no podré aunque bien sabe Dios que ese sería mi gusto, es de gran importancia la misión que me une a Merlín y a Víctor.

-No me será difícil solucionar vuestra situación marital, mis contactos eclesiásticos mediaran su nulidad, mas… ¿A que paradero os enviaré misivas con el desarrollo de los acontecimientos?

-Merlín tiene un gran amigo en Florencia con el cual estamos asiduamente en contacto. Quizás lo conozcáis, puesto que es muy conocida su labor.

-Merlín tiene casi tantas amistades como yo en esa espléndida ciudad.

-Ninguno como Leonardo, el gran genio natural de Vincy.

-Gran amigo mío también, será un placer mandaros allí las nuevas, o mejor aun… me personaré allí y disfrutaré de su compañía.

-Él conoce la precaria situación en que quedé, puesto que fue bajo su techo el primer lugar donde fui acogida, comunicarle vuestros logros será una gran alegría para nuestro amigo.

Merlín había estado asintiendo punto por punto la exposición de Roxane al igual que yo, puesto que coincidíamos plenamente, por su parte Alex se deleitaba con unos dulces que trajo la cocinera la cual no cabía en gozo admirando el apetito del zagal, se sentía sumamente alagada por el entusiasmo con que degustaba los ricos bocados que con tanto esmero elaboró.

Tras el ágape y la grata plática acomodamos nuestros enseres en las habitaciones y nos aseamos para la cena.

Alex seguía mostrando un notable apetito, sólo Dios sabe el hambre que pasó la criatura, Roxane y yo nos deshacíamos en miradas y roces de manos, no era de extrañar que lo captara de inmediato nuestro anfitrión que charlaba tranquilamente con Merlín de antiguas anécdotas y aventuras.

Tras la cena Roxane y yo salimos a un gran balcón del palacio de Álvaro, desde allí se podía ver casi toda la ciudad, Luxemburgo era fascinante a la luz de la luna. La piel de Roxane tenía un brillo azul como los espejos de Leonardo, pero este brillo no era metálico, era más bien un halo.

Estaba fascinado, la belleza de mi amada se magnificaba bajo aquella curiosa luz y sus ojos mostraban el paraíso en el que flotaba nuestro amor.

Nos besamos y nos fundimos en un abrazo en el que el tiempo se detuvo, ignorantes de nuestro entorno, unidos en un mismo latido, podría haber pasado un siglo y no lo hubiésemos percibido.

Separamos los labios y al abrir los ojos, nuevamente me fascinó su belleza, acercó su mano a mi mejilla y dijo:

-Os amo, mas este lugar aun siendo bello no es tan íntimo para desatar nuestras pasiones, vayamos a nuestra alcoba.

Tomé su mano y cogido de ella nos dirigimos al aposento, al pasar por el salón me excuse ante los comensales.

-Se hace tarde y mañana será un día largo, nosotros nos retiramos a descansar, os deseamos una grata velada.

-La misma os deseo (Contestó Álvaro alzando su copa en un gesto festivo)

Cada noche que pasábamos juntos era como vivir un sueño, no importaba si era en un lecho de plumas como el que disfrutábamos ahora o sobre una manta tendida en el duro y frío suelo como estas noches atrás. No importaba el frío, el calor, estaba con mi amada y eso era mas aun que un conforte, mucho más… era ternura, era pasión, era… era amor.

Amanecí un nuevo día junto a mi amada y di gracias al creador. Abrir los ojos y verla a ella era como el milagro de la primera luz del alba, era el renacer a la vida.

Nos besamos y abrazamos como si hiciese semanas que no nos veíamos, a pesar de haber estado toda la noche amándonos.

Oímos un toc, toc en la puerta (Se estaba empezando a convertir en una costumbre)

-¿Dan los señores su permiso?

-Adelante (contestamos al unísono Roxane y yo)

-Lamento si les inoportuno, pero me ordenaron los señores avisarles de que les aguardan en el salón.

-No se apuré, comuníqueles que en breve bajaré yo, la señora no tardará mucho más.

Bajé al salón y me encontré a Merlín y a Álvaro a punto de marchar, el pequeñín se deleitaba con la bollería que habían servido para el desayuno.


-Amigo mío, Álvaro y yo nos dirigimos al local del joyero, no habrá problemas esta vez, aguardad aquí con Alex, cuando baje a desayunar Roxane comunicádselo.

-Así lo haré, os deseo suerte amigos míos.

El joyero recibió lleno de gozo a Álvaro, estaba claro que era uno de sus mejores clientes.

-Buenos días tengan vuesas mercedes, es todo un honor recibirles en mi humilde casa, que motivo hizo posible tan grata visita.

-Buenos días tenga usted noble artesano. Mi amigo posee unas gemas que pretende trocar en oro y le hablé de su buen hacer.

-Puede contar con la mejor tasación, más aun recomendado por vos. Mostradme vuestras gemas por favor.

Merlín puso sobre la mesa una saquita de tela de cuyo interior extrajo tres inigualables gemas.

-¡Qué hermosura! No suelen mostrarme piezas tan hábilmente talladas. Veamos…

Tomó una de las piedras con una pinza y la observó a trabes de un conjunto de tres lupas, para comprobar la pureza de la misma.

-Disculpad mi minuciosa revisión, no se trata de desconfianza, es tan sólo que sin medios de comprobarlo, nos pueden estafar a cualquiera. Estos dos zafiros y el rubí son perfectos y le garantizo que nadie le pagará tanto como yo, ni siquiera en Berna donde presumen estar los mejores artesanos.

-Preferiría no hablar de Berna, confío plenamente en vos, tenéis el aval de mi amigo y éste vale más que todo el oro que merquéis en vuestro negocio.

-Un amigo es un tesoro, estoy convencido, es una lástima que los joyeros tengamos tan pocos.

1 comentario:

  1. HE LEIDO CAPITULO TRAS CAPITULO, Y DE VERDAD ME PARECE QUE HAS HECHO UNA TREMENDA HISTORIA DIGNA DE SER PLASMADA EN UN LIBRO. UN ABRAZO. jUDITH

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