viernes, 20 de mayo de 2011

Capítulo 23 El centro de Europa



Más que comer devoraba el exquisito manjar que Merlín cocinó con tanto amor (Amor y penicilina, ji, ji.)

Le mirábamos preocupados y comenzó a sentirse culpable, se dibujo en su cara un gesto mohín y al fin comenzó a llorar.

-¡Lo siento! Yo no quiero comer tanto, ¡pero tengo mucha haaaambre, buaaaaaaa!

-No lloréis más mi niño, comed cuanto queráis (le decía mientras lo abrazaba Roxane)

-Es que si como mucho no me querréis ¡Buaaaaa!

-No temas chiquitín, necesitáis comer, demasiada hambre habéis pasado (Le dije intentando calmarlo)

-No me dejéis por favor, yo sé pescar y cazar conejos, soy muy listo, ¡Hip,hip!

Su llanto ahora era un hipo nervioso e incontrolado.

-No os dejaremos (Le decía Roxane mientras nos miraba a Merlín y a mí)

-Todos me abandonan porque no se robar.

-Con nosotros no habrás de robar, cuidaremos de ti (le decía Roxane mientras le limpiaba las lágrimas).

Merlín tomó una hogaza y cortando una generosa porción le dijo:

-Tomad, coged y comed sin miedo, cuando se acabe pedid más, tendréis la que queráis.

La autoridad que le aparentaba Merlín a la criatura, pareció calmarle puesto que continuó comiendo ahora más reposado.

Tal y como era de suponer pasó una noche terrible. Comenzó a quejarse abrazándose el vientre, solo los mimos de Roxane le daban consuelo, ella lo miraba con una ternura infinita.

Merlín se le acercó con un cuenco en el que supongo había agua con bicarbonato, la efervescencia en el cuenco me lo confirmó.

Apenas lo bebió le sobrevino el vómito y con éste un cierto alivio, bien sabía Merlín que todo esto sucedería, mientras Roxane aseaba a Alex tras su desagradable experiencia, Merlín se acercó al fuego y retiro un puchero que olía claramente a manzanilla, la sirvió en un cuenco y añadió miel mientras murmuraba:-Esto le aliviará.

Tras la ingesta de la infusión el niño empezó a dormitar, salvo en algún desvelo que mostró con gemidos, pasó la noche en calma.

Yo no quería pronunciarme con respecto al muchacho, me agradaba muchísimo, es más, lo amaba tal y como confesó Merlín, pero intuía que algo no encajaba.

Nuestro siguiente destino fue Basilea, a tan sólo dos días de distancia 71 Km, por aquel entonces era una ciudad libre perteneciente al sacro imperio germánico, algunos años después pasó a formar parte de la confederación Helvética.


Allí descansamos un día y partimos a Extrasburgo, esta vez fueron tres días de viaje para recorrer los 113 Km que distaba de Basilea.

Estrasburgo también era germana en aquella época, doscientos años más tarde junto con el resto de Alsacia formaría parte de la corona de Luis XIV rey de Francia.


Descansamos también un día tal y como hicimos en Basilea, pero el cansancio era mayor, puesto que fue un día más de marcha.

Nos dispusimos a recorrer los181 Km que nos separaban de Luxemburgo.

Casi cinco días invertimos en cubrir esa distancia, tan agotados estábamos que decidimos estar dos días de descanso.

Esta ciudad también era germana, pero en el reinado de Felipe II pasaría a la corona española.

Desde que salimos de Berna estábamos en tierras germanas y por lo tanto la inquisición tenía poder sobre ellas, pero Lorena no podía imaginarnos allí, supongo que nos ubicaba en el mediterráneo o rodeando la península ibérica.

Nos hallábamos en el campamento que habíamos improvisado a las afueras de la ciudad, y Merlín se mostraba agitado.

-Hemos de comprar víveres en el mercado y apenas nos queda oro.

-¿Podéis trocar alguna joya?

-Por supuesto pero aun recuerdo el último trueque.

-Calmaos, todo irá bien, estamos preparados.

-Sea pues, vamos allá.

Roxane y Alex nos escucharon y asomaba en sus rostros la preocupación.

Caminábamos errantes por el centro de la ciudad sin saber muy bien donde dirigirnos. Entramos en una taberna y nos sentamos los cuatro alrededor de una mesa, merlín comentó expectante:

-Tal vez el mesero con una jugosa propina nos pueda guiar hasta un cambista

Un desconocido se volvió y miró fijamente a Merlín, Roxane y yo tocamos instintivamente el pomo de nuestras dagas, Merlín sujetó nuestras manos y dijo:

-Calma.

-¡Válgame el cielo! Pero si sois Merlín (dijo el desconocido)

-Querido amigo Álvaro, ¿Cuánto tiempo? debo presentaros a mis amigos.

Ella es Roxane (El nobe tomó su mano y la beso con delicadeza)

Nuestro pequeñín, Alex (Lo alzó y le dió un beso en la mejilla, que acto seguido se limpió el muchachito)

Y Víctor que es castellano como vos (Estrecho mi mano firmemente y se permitió un abrazo)

-Yo soy de Toledo ¿de dónde sois vos?

-Fantástico acero y geniales artesanos del mismo, yo soy de Ávila.

-Ávila del rey, geniales canteros, rudos como la misma piedra.

-Así es, piedra y acero amigo mío.

-¿Ávila? ¿de que familia sois?

-Me temo que mi familia no es de rancio abolengo pero si cristianos viejos.

-Me alegro de la merced de vuestros ancestros, soy diplomático, hombre de la corte del emperador y me jacto de ser muy selectivo con mis amistades, la vuestra con Merlín demuestra que él también sabe elegirlos.

-Os hacía en Florencia, donde nos vimos el mes pasado. (Ahora fue Merlín quien se dirigió al noble castellano)

-Asuntos del emperador son los que hasta aquí me trajeron, me alojo en un palacio que la inquisición incautó, llegué hace poco mas de una semana, llevo desde entonces asentándome, no os podéis imaginar los estragos que hicieron en dicho palacio.

-¿Será larga vuestra estancia en esta plaza?

-Meses, quizás años, es por eso que cuido tanto los detalles de mi morada ¿y vos y vuestros amigos?

-Estamos de paso, camino de mi tierra, paramos en esta ciudad para trocar unas gemas por oro para los gastos del viaje, pero en esta plaza no conozco ningún mercader.

-Por suerte o desgracia yo ya he conocido varios, hasta que llegó mi primera valija hube de empeñar algunas de mis joyas, conozco al mejor de esta urbe, dad vuestro problema por concluso, tan sólo os ruego vuestra compañía en mi morada, donde podréis reposar cuanto queráis.

-Os lo agradezco infinito y lo hago extensivo a mis compañeros de viaje, estamos agotados, son muchas jornadas a pie y carreta las que llevamos recorridas.

-Apenas sé de vos bella dama, Víctor es mi compatriota ¿y vos?

-Yo soy de Nápoles, de la familia Atienza, de rancio abolengo.

-Conozco a vuestro padre, estuve con él el otoño pasado, su flota también sirvió al imperio.

-Mi padre fue muerto, le denunció a la inquisición el esposo del que actualmente huyo.

-¡Dios santo! ¡Maldito bastardo! Ya puede darse por muerto. No puedo devolver la vida al bueno de vuestro padre al igual que nada puedo para que vuestros bienes os lo devuelva la inquisición, puesto que es más poderosa que la nobleza, pero vive Dios que ese bastardo si que os devolverá lo que os robó y pagará su felonía con su vida ¡Os lo juro!

-No me importan mis bienes, no me consolarán éstos por la pérdida de mis padres, pero sí descansaré sabiendo preso al causante de mi desgracia.

-Dadlo por hecho, redactaré unas misivas a las autoridades oportunas y antes de que yo mismo acuda a comprobarlo, que lo haré, ya estará preso. Yo apreciaba mucho a vuestro padre, ese mal nacido tiene los días contados.


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