miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo 22 Alex


El angelito no se soltaba de la falda de Roxane, Había encontrado en ella un cobijo perdido largo tiempo atrás.
Mi amada estaba encantada con el niño, le miraba llena de ternura. Mirando sus lindos ojos del color del caramelo, le preguntó:

-¿Cómo os llamais?

-Me llamo Alexander.

-¿Alex? No suena de origen alpino.

-Soy inglés.

-¿Inglés?

El niño comenzó a hablar en un perfecto inglés (perfecto para su edad)

-Mi papa hacía joyas, un hombre muy rico le trajo con mi mama y mi hermano mayor. Aquí hay muchas joyas.

-¿Dónde está vuestra familia?

-La peste los mató.

-Lo siento. Ahora no estáis solo.

-No me gusta robar y las gentes no te dan nada, tengo mucha hambre.

-Entonces llévanos raudo al mercado.

En este mercado no buscábamos un amigo, buscábamos su alimento y esta inocente criatura estaba en las últimas.

Comenzamos a cargar el carro, Roxane elegía el género, Merlín trataba con el mercader y el infante y yo acarreábamos.

El rapaz tomó una de las manzanas que estábamos cargando y me miró anhelante, yo le dije:

-Comed cuanto queráis. Falta os hace.

Alex comía compulsivamente, sus ojos húmedos, a punto de llorar, lanzaba unas risitas extrañas, mezcla de alegría y emoción.

Roxane lo estrechó en sus brazos y le dijo.

- Sí. Come cuanto quieras, pero… (Elevó el índice en un gesto mas de consejo que de severidad) despacio, tranquilo, no queremos que enfermes.

Merlín había acabado su charla con el tendero y examinaba unos frascos de lo que parecía material de botica.

Me acerqué y le oí decir en un murmullo.-Para Alex.

¿Qué extraño? ¿Cómo había podido oír al niño? Apenas lo oí yo,

Dijo su nombre en un hilo de voz.

Tampoco entendía cómo le permitió a Roxane literalmente adoptar a la criatura, a sabiendas del viaje en el que nos hallábamos inmersos.

La voz de Roxane me sacó de mis cábalas:

-¡Vamos! Estos sacos son los últimos.

Salimos de la ciudad y sentí una gran tranquilidad, primero porque no me pareció un lugar seguro en absoluto y segundo porque Alex no se equivocaba al decir que los guardias solo acosaban al aburrirse, éstos se hallaban jugando a los naipes y nos ignoraron por completo.

En un bosque cercano montamos el campamento, Merlín se ofreció a cocinar, es más, insistió.

Comenzó a guisar unos conejos con patatas, verduras y especias que desprendían un aroma harto apetecible.

Según remecía el caldero musitaba:

La magia no la hallas en la receta,

Ésta la hallarás en el cocinero.

La gracia al genio quedará sujeta,

Puesto que éste nos la muestra certero.

Tras recitar el serventesio me dijo:

-Cocinar es un acto de amor, no os imagináis cuanto amo a ese muchacho, los niños me inspiran una ternura inmensa, este inocente ha sufrido mucho, he de sanar todos sus males.

Observa estos medicamentos.

-Los frascos.

-Sí. Este contiene manzanilla, harto de alimento aliviará su digestión. Este contiene bicarbonato por si esta digestión se complica.

Abrió una caja que siempre llevaba consigo y sacó dos pequeños saquitos.

-Esto es acido acetil salicílico, mas conocido como aspirina, es un perfecto antitérmico, su infección bucal me preocupa.

-¿Hasta que punto? ¿Qué opináis?

-Si no se le trata, antes de cumplir dieciocho años perderá la dentadura, eso si la infección no le mata antes.

- ¡Dios mío!

-Tranquilizaos. Esto es penicilina, la misma que os salvó a vos la vida, se la administraré regularmente, antes de dos semanas la infección remitirá. Debéis tener en cuenta que en esta época y en estas gentes apenas existen anticuerpos por lo que los medicamentos actúan más rápido, es por eso que deben ser administrados con suma cautela.

-¿Realmente adoráis al niño?

-Pos supuesto ¿Y vos?

-¿Cómo no adorarlo? Es tan inocente, tan noble. No nos conocía y nos ayudó.

-¿Por un plato caliente?

-No digáis eso. Éramos la mofa de las gentes a las puertas de Berna, el no se reía, el se nos acercó y nos ayudó.

- Lo sé. No tengáis en cuenta mi comentario del plato, tan sólo bromeaba, sabéis de sobra que lo amo.

-Creo que el guiso ya está listo.

-Parecéis más hambriento que Alex.

-Su aroma incita. Hablando de hambrientos…

Alex realmente lo está, debemos llevárselo en cuanto este listo.

-Sea pues, mitiguemos su padecimiento.

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