jueves, 23 de junio de 2011

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jueves, 16 de junio de 2011

Capítulo 28 La despedida de alex


Roxane se acercó al pequeño con los ojos húmedos, luchando por retener el llanto, acaricio su pelo, su rostro, le besó la frente y le dijo:

-Mi niño, tengo que deciros algo muy triste.

-¿Qué os pasa? ¿Vais a llorar?

Yo me acerqué y puse mi mano en el hombro de Roxane, ella rompió a llorar.

Alex se alarmó y preguntó:

-¿Qué pasa? ¿Qué está sucediendo?

Yo abracé a Roxane y le dije al muchacho:

-Alex. ¿Vos queréis mucho a Bill?

-Sí, Es muy bueno.

Yo no pude más y lo abracé llorando, abarcando en mi abrazo a Roxane y a Alex.

Merlín viendo como nuestra entereza se derrumbó, reunió fuerzas de su propia flaqueza y lo dijo:

-Alex. No podéis partir con nosotros.

El pequeño entendió de inmediato el motivo de nuestro llanto y gritó:

-¡Quiero ir con vosotros!

-Nosotros también queremos que vengáis, pero no puede ser. (Le dijo Merlín)

-¿Es por qué como mucho? No comeré.

-No es eso Alex.

-Haré todo lo que me digáis, siempre lo hago.

-Alex, sabéis lo mucho que os queremos. (Le dijo al borde del llanto Roxane)

-¿Por qué me tengo que quedar?

-Es complejo, muy complejo, Bill os lo irá explicando poco a poco (Intentaba explicarle lo inexplicable)

-Bill es muy bueno pero quiero ir con vosotros.

Un extraño brillo apareció en los ojos de Roxane, había encontrado una solución y comenzó a explicarle al pequeño.

-Creo que algo habéis notado en nosotros, algo muy importante ¿Verdad?

-Sí.

-Si os digo que nosotros somos magos buenos, me diréis que algo intuíais ¿No es cierto?

-¿De verdad?

-¿Recordáis lo que dijo Jack del mago Mirddyn?

-¿Merlín es ese mago?

Bill le acarició el pelo y le dijo:

-Sí, Merlín es Mirddyn el gran mago y vuestros amigos le ayudan y acompañan, vos sois aún muy joven para correr sus peligrosas aventuras.

-Pero yo ya he corrido peligrosas aventuras con ellos y les he ayudado.

Roxane se le acerco de nuevo y tomó su carita con ambas manos, le besó en la frente y le dijo:

-Os expusisteis a un gran peligro y temimos por vos, por eso debéis quedaros aquí. Con Bill estaréis seguro.

-Yo no tengo miedo.

-Pero nosotros si nos preocupamos, pero vos no temáis, como ya os he dicho somos magos y nos veréis cuando os sea necesario.

-¿Cómo?

- Acompañadme tras el templo.

Roxane puso su índice cruzado en sus labios y siseo “SSSSSSST” dándole un divertido misterio.

-Aguardadnos aquí por favor.

Roxane y Alex se fueron a la parte posterior de la iglesia junto al corral de las gallinas, nosotros permanecimos en la capilla, preservando su secreto.

-¿Veis esa piedra suelta del muro? Sacadla.

El niño extrajo la piedra sin ninguna dificultad.

-Cuando necesitéis verme coged un trozo de teja y escribid en el revés de la piedra la fecha y la hora del día según la posición del sol, después la volvéis a colocar en su sitio.

-¿Apareceréis entonces?

-Somos magos, hacedlo cuando gustéis.

-¿Podré veros cuando quiera?

-Tan sólo tenéis que escribirlo en la piedra.

La despedida fue triste pero un hilo de luz brillaba en la mirada de Alex. Apenas partimos el corrió hacia el gallinero.

Al volver la esquina de la iglesia allí estaba, Era Roxane. Alex se frotó los ojos, no podía creer lo que veía, Tras de si veía alejarse a Roxane conmigo y Merlín y en frente junto el corral, también estaba Roxane con los brazos abiertos, él se lanzó a sus brazos y ella le dijo:

-“SSST” Es magia.

-Aún no he escrito nada.

-Sabía que lo harías por eso estoy aquí.

-Te quedarás.

-Sólo un ratito, pero me puedes llamar siempre que quieras, tan sólo lo has de escribir.

Merlín y yo mirábamos perplejos a Roxane, finalmente le pregunté:

-¿Cómo lo habéis hecho?

-¿El qué?

-Calmarle.

-Mirad tras la iglesia.

Nos habíamos alejado lo suficiente para observar la parte posterior del templo.

Allí estaba ella, con el niño en brazos, se la veía perfectamente.

-¿Pero cómo diantres? Exclamé completamente pasmado)

-Magia (Dijo riendo Roxane)

Capítulo 27 Inglaterra



Había una extraña mirada en el semblante de Merlín frente a la costa de Dover, era una mezcla de nostalgia y anhelos inalcanzados, me dirigí a él para sacarle de su trance.

-Amigo mío por fin avistamos vuestra isla. ¿Os noto extraño?

-Sosegaos, no es más que nostalgia.

-Es natural, todos sentimos ese estremecimiento al aproximarnos a nuestras raíces.

-Estamos tan cerca…

-Mucho. ¿Qué haremos allí? ¿También tiene poder en tu isla Lorena?

-Es donde más poder tiene, obviando su místico origen, podría decirse que proviene también de aquí.

-¿Estamos en peligro?

-No más que de costumbre. Calmaos, aquí no me faltan amigos.

Era cierto, no le faltaban amigos, apenas atracamos y nos despedimos de René, Antoine y del resto de la tripulación, nos dirigimos a una posada donde su regente le recibió como a un hermano.

-¡Mirddyn! Loado sea el creador, cuánto tiempo.

-¡Jack! No os podéis imaginar cómo me alegro de veros, demasiadas lunas han pasado.

-Venís con compañeros, eso es poco usual en vos.

-Amigos míos este gentil tabernero es Jack, galés como yo.

-Encantado, me llamo Víctor, soy de Ávila, del antiguo reino de Castilla.

Estreché su mano y el galés dirigio su mirada a Roxane que se adelantó extendiendo su mano la cual besó Jack delicadamente.

-Mi nombre es Roxane y soy natural de Nápoles.

-Yo soy de Plymouth y me llamo Alexander.

-Encantado (Le dijo Jack mientras estrechaba su pequeña manita)

-Amigo mío necesitamos desplazarnos a Plymouth con toda discreción.

-No os preocupéis Mirddyn, mañana mismo zarpa un barco, os aseguro que iréis a bordo de él.

-¿Mirddyn? (Pregunté un tanto intrigado)

-Es mi nombre galés, no lo uso porque en otros idiomas suena escatológico, pero a mí me encanta y cuando mis paisanos lo pronuncian lo adoro.

-Tiene el mismo nombre que un mago ancestral de nuestras tierras, curioso ¿Verdad?

-Muy curioso amigo Jack, hasta mi amada Castilla llegó conocimiento de las hazañas de dicho mago.

Cuatro días tardamos en llegar a Plymouth, habíamos recorrido la costa sur de Inglaterra desde su Este hasta su Oeste, de punta a punta. Estábamos a tan sólo una jornada de nuestro destino.

Alex miraba todo extrañado, sabía que había nacido allí pero no recordaba nada, era tan pequeño.

En Plymouth no nos detuvimos para nada, comenzamos el camino hacia Tintagel al descender del barco.

Llegados a la aldea nos dirigimos al templo donde nos recibió el clérigo, tras darle un fuerte abrazo a Merlín se nos presentó:

-Me llamo William pero podéis llamarme Bill, soy el párroco de esta aldea.

Nuevamente la ternura de Alex llamó la atención, miraba asustado a Bill, la figura de la iglesia por lo general era foco de temor.

-Tengo algo que mostraros pequeñín, mirad.

Tras el templo el clérigo tenía una pequeña granja con tres cabras, un corralito con cuatro gallinas y un cerdo en una cuadra.

-Son de los feligreses. Yo les ayudo, ellos me ayudan y así unos a otros evitamos las carencias y el hambre. ¿Os gusta?

-Sí

Ahora se dibujaba una sonrisa en el rostro de Alex, se acercó a una de las cabras y comenzó a acariciarla.

Merlín le miraba extraño, vi una lágrima correr por su mejilla, había algo que estaba desgarrándole por dentro.

El semblante plácido y sereno de Bill comenzó a calar en Alex, veía en el la bondad.

Merlín lo sabía, Alex había nacido para ayudar al prójimo, pero desde la bondad, desde el corazón. Su viaje había a acabado en ese templo y en ese día, comenzando una vida nueva para él.

Pasamos unos días en el templo, sabíamos la amistad que unía a Bill y Merlín y para nada nos impacientábamos.

Alex estaba muy unido a Bill, eran como dos hermanos, Se hallaban juntos ocupándose de los animales cuando Merlín se dirigió a nosotros, tenía un nudo en la garganta:

-Lo que voy a deciros me devora el alma.

-Lo he notado amigo mío, os he visto llorar (Le dije apoyando mi mano en su hombro)

-Alex no puede continuar el viaje con nosotros.

-¡Noooo! ¿Por qué? (Grito desesperada Roxane)

-Alex es quien me avisará en el epitafio, es parte de su destino.

Roxane rompió a llorar, las lágrimas también brotaban de los ojos de Merlín y de los míos.

-Cuando le vi por primera vez en Berna supe que era él, lo que nunca pude imaginarme es todo el cariño que le cogeríamos. Es todo tan complejo.

-¡No puedo dejarlo! ¡No puedo! (Gritaba presa de la impotencia Roxane)

-Fuisteis vos quien me lo dijisteis Roxane, en el año 2000, Víctor estaba con vos, me hallaba frente a la tumba de Bill leyendo el epitafio que escribió Alex.

-No os entiendo Merlín ¿Roxane y yo te avisamos?

-Sí. Por eso confié inmediatamente en ustedes desde el primer momento. Esto es un ciclo.

Roxane no entendía nada, estaba como en trance, se resistía a asimilar una realidad tan rocambolesca.

La abracé y la intenté consolar susurrándole:

-Amor mío Alex es un ser especial, ha nacido para la bondad, también a mí me rompe el corazón, pero su destino no puede ser otro, en este templo ayudará a las gentes.

-Tenéis razón, no podemos luchar contra su destino. Con Bill estará seguro, además lo quiere con todo su corazón.

Roxane enjugó sus lágrimas y en un suspiro terminó diciendo:

-¡Dios mío! ¿Cómo se lo vamos a decir?

martes, 14 de junio de 2011

Capítulo 26 El canal de la mancha


Materializándose de la nada surgió ante nosotros una alta figura vestida totalmente de negro con un gran tocado de plumas en el sombrero y una especie de báculo que para nada precisaba de su apoyo.

El sujeto se dirigió directamente a René susurrándole en un tono imperceptible y señalándonos con una mirada helada.

Instintivamente Merlín tocó el pomo de su pistolón y uno de los hombres que nos escoltó le sujeto suavemente el antebrazo extendiendo su otra mano en señal de calma, discretamente le dijo:

-No se preocupe señor. Es el alguacil del puerto, trabaja con y para nosotros.

René se giró sobre sus talones y acercándose a nosotros nos dijo:

-Les ruego que suban a sus camarotes de inmediato. No me hagan preguntas, recibirán respuesta a todas su preguntas cuando zarpemos. ¡Rápido Antoine! ¡Llévalos a sus camarotes!

Subimos apresuradamente al barco, René continuó hablando con el alguacil.

Esta fue su conversación:

-Cuidaros René, la orden de su captura viene de muy arriba, de personajes que ni tan siquiera había oído nombrar.

-Gracias por advertirme, os debo una. Éstos o quienes traslado a la gran isla no son personajes cualquiera, bien sabía yo que eran importantes. Es algo más que mi palabra lo que impuse, son íntimos de nuestro mecenas, el muy noble Hubertus.

-¿Hubertus? No cabe duda de su importancia. Os conseguiré todo el tiempo posible, desviaré la atención aun siendo mi cuello el que esté en juego.

-Gracias amigo mío, cuidaros, sed cauto.

-Por vos y por Hubertus hago lo que sea, sabéis que podéis contar conmigo. Partid cuanto antes.

No era la intención de René el embarcar con nosotros rumbo a Dover pero tras la conversación con el alguacil ya no confiaba ni en sus hombres.

Nos encontrábamos todos en el camarote del capitán, allí nos acomodó el mismo que no era otro que el “Antonie” a quien requiriera René, no le desobedeció, tan sólo se hizo cargo ante nuestra negativa de separarnos sin darnos respuestas.

Se oían las voces de soltar las amarras cuando René entró en el camarote y comenzó a ponernos al día:

-Amigos míos estamos en peligro, alguien muy poderoso os persigue. Os ruego disculpas por lo abrupto del embarque, pero no era prudente que os vieran.

-Nos hacemos cargo y huelgan vuestras disculpas, sabemos del enemigo que nos acecha y toda precaución es poca. Lleva una eternidad persiguiéndome y ahora es a mis amigos a los que hostiga, lamento profundamente que seáis ahora perseguidos por ella.

-No os sintáis culpable Merlín, es lógico que semejante personaje os odie, le hiciste frente y eso os honra, Roxane y yo estamos con vos hasta el final.

-Creía que era a Roxane a quien perseguían. No me importa, os defenderé igualmente con mi vida, di mi palabra.

-La historia es larga y compleja y os pondría aún más en peligro el conocerla, sólo puedo deciros que es a mí a quien persigue, a mí y a quien me acompaña.

-Como ya dije en su momento, no necesito explicaciones ni haré preguntas. Acomódense en sus camarotes y ruego al cielo que no tengamos contratiempos.

Apenas había transcurrido una dos o tres horas cuando oímos un gran estruendo y un brutal impacto estremeció la nave, arriba en la cubierta se oían voces:

-¡Nos atacan!

-¡Rápido, a las armas!

-¡Nos han alcanzado a babor!

Tomé de la mano a Roxane y salimos del camarote en el mismo instante que salía Merlín con Alex en sus brazos.

Alex lloraba aterrado con las manos en los oídos, Merlín lo pasó a los brazos de Roxane.

-Rápido Roxane, entrad en este camarote, Víctor y yo subiremos a cubierta para repeler el ataque.

A mi izquierda había un enorme boquete de un metro por un metro y medio aproximadamente, podía verse el mar, incluso el barco que nos había disparado la andanada, éste estaba muy cerca, se nos echaba encima.

Arriba en la cubierta aguardaban todos armados. A una seña de Antoine nos dieron un sable a Merlín y otro a mí.

El barco nos envistió por el costado izquierdo con un gran estruendo, todo se tambaleó, de no estar aferrados hubiésemos rodado por la cubierta.

Volaron los garfios y arrancaron algunos objetos de la cubierta, otros aferraron firmemente, nuestros hombres intentaban cortar sus cuerdas a sablazos.

Una docena de rufianes abordaron a nuestra nave, René se precipito al que por su atuendo parecía al mando, Merlín y yo nos limitamos a defendernos de aquellos que nos atacaban.

Antonine era un espadachín consumado, uno tras otro tumbó a cuatro rufianes. En virtud de nuestra fuerte resistencia comenzaron a replegarse.

Aprovechando el desequilibrio de un envite de su adversario, René dio una estocada mortal al que parecía comandar a los bellacos, viendo caer a su cabecilla todos huyeron como ratas.

El buque del enemigo comenzó a separarse mostrando su popa a nuestro costado izquierdo.

-¡Esta es la nuestra! ¡A los cañones! (Ordenó Antoine)

Los hombres prepararon los dos cañones de babor.

-¡Atentos a mi orden!

Antoine aguardaba la distancia de fuego.

-¡Fuego!

¡Braaaaaaaaauuuuuuuummmmmmm!

Los dos cañones dispararon al unísono, haciendo un blanco perfecto, volando la santa Bárbara del barco enemigo que al fin estaba reducido a astillas que flotaban humeantes.

Merlín y yo corrimos hacia el camarote y nos abrazamos a Roxane y Alex. Subimos a cubierta donde René nos explicaba la situación.

-El alguacil me advirtió que tuviésemos cuidado, algo habría intuido o husmeado. Estos hombres eran mercenarios, les conozco, alguna vez les he pagado yo mismo. Trabajan solos, seguramente buscaban alguna recompensa, nadie vendrá en su apoyo por lo cual pienso que el resto de la travesía será tranquila.

René no se equivocó, el resto del viaje fue tranquilo salvo los improperios que lanzó nuestro amigo el contrabandista y armador sobre el boquete en el casco de su nave.

-No se preocupe señor, mientras yo capitanee su nave jamás se la hundirán, además que fue más grande el boquete que le hicimos al barco de esos malnacidos.

Ja, ja , ja, ja ,ja (René y Antoine reían al unísono)